miércoles, 27 de octubre de 2010

Televisión de calidad por favor

Cada día vemos en la televisión como personas con un nivel cultural alarmantemente bajo se erigen como princesas del pueblo, señores en toda regla y así un conjunto de personajes conocidos por todos, fácilmente accesibles y peligrosamente imitables. La venta de programas de ínfima calidad hacia un público cada vez más anestesiado convierte a los medios de comunicación, aunque más concretamente la televisión, en puertas atractivas que invitan a entrar las cuáles hacen del espectáculo su mayor reclamo.
La cultura, en todos los ámbitos de la vida y en todos los formatos en los que se desarrolla, está sujeta a una ley, la de la oferta y la demanda. Literatura, cine, televisión y en definitiva medios de comunicación transforman su contenido en entretenimiento, donde el valor de este está sujeto a los niveles de audiencias, ventas, regidos por la publicidad, es decir, todo lo que es transformable a dinero. Esto es digno de reflexión si tenemos en cuenta que todo esto nos rodea, nos envuelve e incluso nos invade. Parándonos un momento a pensar comprobamos que todo esto forma parte de nuestras vidas y como está tan anexionado a nosotros es lógico pensar que el sistema mercantil trata absolutamente todo como mercancía, incluyéndonos a nosotros. Todo, absolutamente todo tiene un precio, por tanto un valor de mercado y como dice José Vidal- Beneyto hasta nuestros propios sentimientos.

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