viernes, 22 de octubre de 2010

Huelga General

Vivimos en un país apático, esa es la conclusión a la que he llegado hoy. Nuestros vecinos del norte, también conocido como Francia, van ya por la séptima huelga general, a la que se han unido los estudiantes como mayores promotores. Reivindican el derecho a no vivir peor que sus padres, algo absolutamente lógico, y a que la edad de jubilación no avance de los 60 a los 62 años. Ellos han llegado a la conclusión de que este cambio en la normativa les afecta de manera directa porque que los mayores tarden más en dejar de trabajar impide que ellos accedan antes al mercado de trabajo con las consecuencias que esto tiene.
Volviendo a nuestras fronteras, vemos como a nosotros el aumento de la edad de jubilación parece no afectarnos. Somos un país, donde emanciparse totalmente antes de los 30 años y conseguir un empleo decente donde se respete la jerarquía y a su vez se valore el trabajo, es prácticamente imposible. Mientras en Francia las huelgas producen caos en los aeropuertos, protestas en las calles e incluso disturbios (a veces la única manera de conseguir algo, por lo menos que se te escuche), en España vemos como el día de la huelga no solo no se produce un caos en los aeropuertos sino que todos los vuelos salen a su hora, las protestas son manifestaciones insulsas y la mayoría de trabajadores que hacen huelga se quedan durmiendo.
Todo esto es normal cuando vemos que la huelga no produce ningún debate político de envergadura, los sindicatos más que sindicatos parecen una unión de colegas que convocan una huelga que es una pantomima. Una huelga, convocada meses antes con la excusa de que si se actuaba de manera inmediata con las movilizaciones corrían el peligro de tener una baja participación por el mundial.
A veces pienso que lo de pertenecer a Europa y considerarnos europeos solo nos ha servido para mejorar nuestras carreteras.

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