La Plaza Tahrir vuelve a congregar a miles de manifestantes dos años y medio después de que la revolución en Egipto provocara
la marcha del ex presidente Mubarak. Fueron los inicios de la
revolución egipcia un soplo de aire fresco para sus habitantes que
vieron la oportunidad de que su país se convirtiera en una democracia, o
por lo menos, en intentar llevarlo hacia ella.
- Grupo de mujeres egipcias en un momento de las protestas
Una pieza fundamental para que la revolución fructificara fueron las mujeres,
las egipcias encontraron en la sublevación una puerta por la que
acceder a unas condiciones de vida mejores donde las vejaciones y sobre
todo las violaciones cesaran, o al menos disminuyeran, además de poder
participar activamente en la vida política.
Son muchos los testimonios de mujeres que fueron violadas repetidas veces en la Plaza Tahrir o sus aledaños. La ONU ha condenado en repetidas ocasiones los abusos que sufren las mujeres egipcias y comentarios como el del clérigo Abu Islam, que afirmó en una grabación en vídeo
difundida a través de la red, que éstas acudían a la Plaza Tahrir a ser
violadas, no contribuyen a una mejora en lo referente a la igualdad de
género en el país africano.
El
3 de julio se inició una nueva etapa en la transición democrática
egipcia al ser depuesto de su cargo el hasta entonces presidente Mohamed Morsi.
El Golpe de Estado militar devolvió al país las protestas y los duros
enfrentamientos entre los partidarios de la continuidad de los Hermanos
Musulmanes y los que apoyan al ejército. Morsi, según los militares, no
ha cumplido los objetivos por los que supuestamente la ciudadanía, a
través del voto, lo colocó en el poder, de ahí su decisión de tomar las
riendas del país derogando la recién estrenada Constitución.
Según Human Right Watch, la epidemia de abusos sexuales que afecta a Egipto se ha intensificado con la nueva oleada de protestas. En tan solo cuatro días se contabilizaron unos 91 ataques lo que muestra el peligro que conlleva para una mujer egipcia salir a la calle.
Los
hombres, en cambio, no creen que este sea el momento idóneo para que
las mujeres reclamen tales derechos. No piensa lo mismo Michelle
Bachellet, la directora ejecutiva de ONU-Mujeres que en su carta de
marzo de 2012, “The Time is Now” instaba al mundo a contribuir con todos los medios posibles en la lucha a favor de la igualdad de género.
- Frente a la policía sin miedo.
Los casos que más sorprenden e impactan son aquellos en donde las mujeres son sometidas a un test vaginal.
Este test consiste en comprobar si la mujer es virgen o no antes del
matrimonio. Para el test vaginal emplean en muchas ocasiones las manos,
introduciéndolas repetidas veces en la vagina, lo que supone un atentado
contra la intimidad de la mujer. La mayoría que denuncia este tipo de
situaciones alegan que son obligadas a desnudarse en frente de un número
importante de oficiales del ejército, hay testimonios que incluso
afirman que el test ha conseguido que parezca que han perdido la
virginidad, además, son muchos los casos en los que el test es llevado a
cabo por un oficial del ejército y no por un especialista.
El
día después de la celebración del día de la mujer trabajadora del año
de la revolución (2011), el ejército decidió desalojar la Plaza Tahrir
donde se encontraban una gran cantidad de mujeres. Muchas de ellas
fueron obligadas a formar dos filas, una integrada por las solteras y
otra por las que ya habían contraído matrimonio. Las primeras, fueron obligadas a desnudarse
incluso recibiendo electroshocks para las que se mostraban más reacias a
seguir las instrucciones de los soldados. Este trato denigrante ha
empezado a ser habitual durante las manifestaciones de ahí que hayan
saltado todas las alarmas a nivel internacional.
Desde
Egipto también se denuncia que se paga a jóvenes para que cometan
violaciones. El objetivo es conseguir generar miedo, que se difunda
entre la población femenina estos actos horrendos para evitar así que
las mujeres acudan en masa a las protestas. Hay casos en los que las
mujeres se han atrevido a hacer pública su situación y contar las
agresiones sufridas. Todas las historias coinciden en una cosa. Como si de una presa se tratara, la mujer es rodeada por varios hombres,
el número de hombres es indeterminado. La mujer en estos casos se
siente indefensa porque ve que no puede hacer nada, ni siquiera pedir
ayuda, ya que es muy difícil que alguien decida ayudarla. El resto de la
historia es un cúmulo de desagradables oraciones donde la mujer es
violada repetidamente por, un número que en muchos casos, suele ser
indeterminado de hombres. Las secuelas que genera son físicas, las hay
que incluso les impide caminar por varios días, y psicológicas, pues han
sido vejadas una y otra vez, en público, obligadas a tener sexo sin
consentimiento. Aunque este problema se ha incrementado con las
protestas, las violaciones en Egipto no son un problema que venga con la
revolución. En 2010, un informe de la ONU revelaba que el 80 por ciento de las mujeres egipcias confesaba haber sufrido algún tipo de agresión sexual.
El
problema está en que aunque las mujeres decidan acudir a la policía a
denunciar, en la mayoría de ocasiones es la propia policía la que niega
la ayuda lo que genera frustración e impotencia, además en Egipto tratar
el tema sexual en la familia suele ser tabú por lo que para las
afectadas resulta especialmente difícil afrontar la situación.
- La mayoría aplastante de hombres en el Parlamento egipcio hace muy difícil el acceso de las mujeres a las instituciones públicas y a las decisiones de estas.
Aunque el Parlamento egipcio está ahora disuelto,
la composición que tenía tras las primeras elecciones celebradas
después de más cincuenta años, en las que Mohamed Morsi salió elegido,
era con una proporción de mujeres muy escasa. Egipto está
compuesto en un 51 por ciento por mujeres y la representación
parlamentaria que estas tenían tras las elecciones era de tan solo ocho
mujeres, en un parlamento formado por 508 escaños, de los cuales 498
fueron elegidos en las urnas y los diez restantes designados por la
Junta Militar. Es decir, menos del uno por ciento. Esto se debe a que las mujeres son colocadas las últimas en las listas electorales,
lo que se puede interpretar como una forma de veto para que las mujeres no
tengan acceso a los órganos de poder lo que invita a pensar que el
camino a recorrer por estas va a ser largo y complicado.